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Hace 10 años empezó la revolución en Siria

16 marzo, 2021 – Lorenzo Picasso (publicado en socialismolibertario.org)

El 15 de marzo de 2011 miles de sirios se levantaron para pedir libertad, justicia y dignidad. La enésima injusticia atroz, en esa ocasión contra unos niños de la ciudad de Deraa culpables de haber escrito unas pintadas contra el régimen, no quedó sin respuesta. Fue el comienzo de un proceso extraordinario que desmintió todas las previsiones que decían que en Siria nunca llegarían los vientos de las llamadas “primaveras árabes”. En Siria el mensaje lanzado por millones de personas desde Túnez no sólo fue escuchado, sino que, como en la Plaza Tahrir en Egipto y en Yemen, se transformó en Revolución.
Es importante recordarlo porque en estos días prevalece en muchos medios la idea de que en Siria se estaría cumpliendo sólo el aniversario de 10 años de guerra. El nivel de la feroz represión que desató Bashar al Asad en medio de la casi total indiferencia internacional tuvo que ver, en primer lugar, con la necesidad de callar un levantamiento sin precedentes.
Los sirios defendieron con uñas y dientes la posibilidad de un país y de una vida diferentes procurando evitar, hasta donde pudieron, el conflicto armado que, ya en aquellos días de marzo, Asad quería imponer. Como en el Cairo, las revolucionarias y los revolucionarios reivindicaron y practicaron “pacificación”. Reclamaron unidad y hermandad con independencia de la procedencia étnica y religiosa. Empezó a florecer un protagonismo femenino y juvenil que empezaba a desbaratar también viejos prejuicios y abrir nuevos caminos. Todavía hoy la obra constructiva de la revolución a través de sus comités de coordinación nos sorprende y sigue proporcionándonos
ejemplos vivos de las mejores potencialidades humanas.
El régimen, y luego sus aliados: Rusia, Irán y Hezbollah no dudaron en sembrar muerte.
Mientras, en el ya amplio abanico contrarrevolucionario, surgía un nuevo monstruo de corte neonazi: ISIS.
En este aniversario no queremos idealizar una revolución que evidentemente expresó también límites, como todo proceso humano, de los que además se puede aprender. Pero sí queremos recordar la valentía y la creatividad de sus protagonistas y defender la memoria de todas las personas que, a pesar de la derrota, han defendido y siguen defendiendo los principios que animaron la revolución, sobre todo durante el primer año y medio de su vida. Principios que todavía hoy proporcionan enseñanzas inéditas además de motivar un compromiso de solidaridad hacia las personas exiliadas y las que en Siria viven bajo la dictadura o están amenazadas por otras fuerzas contra revolucionarias.

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